Científicos británicos cuestionan gestión de la pandemia
El Gobierno británico afirmó que sus decisiones sobre cómo gestionar
la pandemia de coronavirus están guiadas por la ciencia. Pero un grupo
de expertos independientes dijo que pocas de las medidas británicas se
basan en evidencias científicas, especialmente después de que un repunte de los casos obligara a retrasar el levantamiento de las restricciones.
A
diferencia de otros países europeos donde hubo un encendido debate
sobre cómo controlar el COVID-19, la oposición científica a la
estrategia británica está notablemente organizada.
El grupo
independiente opera casi en paralelo a los científicos del gobierno,
analizando los mismos indicadores pero identificando de forma pública
los fallos e inconsistencias.
El
grupo emitió reportes detallados sobre casi cualquier asunto abordado
en las últimas semanas: rastreo de contactos, reapertura de escuelas,
restaurantes y pubs, y el relajamiento del distanciamiento social. Y
casi en cualquier tema, los expertos independientes básicamente han señalado grandes errores en la estrategia del gobierno.
“Por lo que podemos ver, no hay una estrategia en el largo
plazo”, dijo Deenan Pillay, profesor de virología del University College
London, que asesoró al gobierno durante la pandemia de gripe porcina de
2009-10 y forma parte del grupo independiente.
“El papel de los científicos y de los expertos es exigir cuentas al gobierno”, afirmó.
Cuando
el brote de coronavirus estalló en China en enero, el gobierno
británico formó un Grupo de Asesoría Científica para Emergencias,
conocido como SAGE, para abordar la crisis.
Salvo por unas pocas
excepciones, los miembros que lo forman se han mantenido en secreto. Eso
preocupó a David King, exasesor científico jefe del gobierno y que creó
“SAGE Independiente” a principios de mayo.
Mark Walport, miembro
de SAGE y exasesor científico jefe del gobierno, dijo que el grupo
rival podría confundir al público con sus evaluaciones, y que los
científicos no deberían tomar decisiones políticas.
Pero la
psicóloga Susan Michie dijo que ella y otros científicos estaban
frustrados por lo que percibían como su falta de influencia en las
autoridades.
“Lo que es deprimente es que no parecen estar
aprendiendo ni mostrar ninguna prueba de que estén escuchando a (la
Organización Mundial de la Salud) ni las recomendaciones científicas”,
dijo Michie, que sirve tanto en un subcomité del SAGE como en el SAGE
Independiente.
Poco antes de que Gran Bretaña reabriera las
escuelas el 1 de enero, el SAGE Independiente publicó un reporte
desaconsejándolo porque el país no tenía un sistema adecuado de rastreo
de contactos. Algunas escuelas sí reabrieron, pero muchas seguirán
cerradas hasta septiembre.
Varias semanas más tarde, el primer
ministro, Boris Johnson, anunció que se relajarían las recomendaciones
para reducir el distanciamiento social de dos metros a uno, también en
espacios cerrados. Sin embargo, el SAGE Independiente dijo que las tasas
de contagio seguían siendo demasiado altas y señaló que el 97% de los
casos de “supercontagio” habían comenzado en espacios cerrados.
Y
en una conferencia de prensa el 24 de julio, la científica del SAGE
Independiente Christina Pagel dijo que dados los riesgos de contagio del
virus entre personas que hacían deporte en interior, no le parecía
seguro reabrir los gimnasios. Al día siguiente, el gobierno reabrió los
gimnasios en todo el país.
Aunque las críticas del grupo a las
medidas oficiales han tomado casi siempre la forma de lenguaje
científico y aséptico, ese no fue el caso en junio, cuando Gran Bretaña
impuso su primera cuarentena local, cuando las infecciones subieron en
la localidad inglesa de Leicester.
El SAGE Independiente lo
describió como “una crisis previsible provocada por el propio gobierno” y
dijo que aplicar las nuevas restricciones sin consultar a las
autoridades locales planteaba el riesgo de “crear incertidumbre,
desacuerdos e incluso disturbios”.
El grupo ha pedido que el
gobierno cambie de forma drástica su estrategia de COVID-19, afirmando
que el objetivo debería ser erradicar el virus en Gran Bretaña, en lugar
de permitir que persista a bajo nivel entre la población.
La
primera ministra de Escocia, Nicola Sturgeon, adoptó hace poco esa
estrategia y trata de convencer a las otras naciones de Reino Unido para
que hagan lo mismo.
“Lo que estamos haciendo es muy impopular en
el gobierno porque es un recordatorio de que el virus no ha
desaparecido”, dijo Martin McKee, profesor de la Facultad de Higiene y
Medicina Tropical de Londres y miembro del SAGE Independiente.
Cuando
se le preguntó si el gobierno pensaba que el SAGE Independiente era
útil, el vocero del primer ministro, James Slack, dijo que “Los
científicos hacen declaraciones públicas y contribuciones a la discusión
con regularidad, y los asesores del gobierno tendrán en cuenta
cualquier punto de vista”.
Algunos expertos dijeron que aunque el
gobierno británico no ha reconocido de forma explícita las
recomendaciones del grupo independiente, están teniendo efecto.
La
decisión de detener la reapertura sugería que los expertos
independientes tenían razón sobre el riesgo de salir de la cuarentena
demasiado deprisa, según Michael Head, experto en salud pública de la
Universidad de Southampton.
El gobierno retrasó este mes la
apertura de recintos como boleras, pistas de patinaje y casinos, citando
estimaciones recientes de unos 4,900 casos nuevos al día, por encima de
los 2,000 casos diarios de junio.
Pagel, que también es
profesora en el University College London, dijo que el objetivo del SAGE
Independiente no es criticar, sino ofrecer estrategias alternativas.
“Creo
que nuestra estrategia de una apertura más gradual habría reducido la
necesidad de nuevas restricciones”, dijo, refiriéndose a algunos de los
controles recién introducidos para detener el auge de COVID-19.
“Intentamos
no ser negativos sobre todo, pero en este momento es difícil no ser
negativo sobre lo que está haciendo el gobiern", concluyó.
CREDITOS A DIARIO LIBRE.
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