Así fue la presentación de Jennifer López y Shakira en el Super Bowl
NUEVA YORK — Al aprovechar la oportunidad para
hacer una declaración cultural, Jennifer López y Shakira inyectaron al
espectáculo de medio tiempo del Super Bowl con una exuberancia y alegría
que celebró su herencia latina.
Su atletismo incansable igualó el de los jugadores de fútbol que esperaban en los vestidores.
Shakira
comenzó moviendo las caderas para interpertar “She Wolf” y tras esto
siguió un popurrí ágil que terminó con su característica “Hips Don’t Lie”.
López, con un traje de piel negro, comenzó con un fragmento
nostálgico de “Jenny From the Block”. También presumió algunos pasos
sorprendentes de “pole dance” (acrobacias en un tubo), un recordatorio
de su muy celebrado papel en la película “Hustlers”. En algún momento
hizo una sentadilla sobre los hombros de un bailarín que posiblemente
hizo que la gente sintiera dolor en todo el país en solidaridad.
López repasó canciones como “Love Don’t Cost a
Thing”, “Get Right”, “On the Floor” y “Que Calor”, encontrando tiempo
para quitarse su traje negro y cambiarlo por uno traje plateado
brillante, que dejaba poco a la imaginación.
Tener, esencialmente, una abridora para un concierto que dura cerca
de 12 minutos era una medida arriesgada. Por momentos la presentación
parecía apresurada, como si trataran de hacer demasiadas cosas en poco
tiempo. Los invitados J Balvin y Bad Bunny, fueron superfluos y solo
sirvieron para enfatizar los talentos de las artistas principales.
Pero el primer medio tiempo que celebra a los artistas latinos podría
ser declarado un éxito con justa razón y también habla bien de la
dirección de Jay-Z, quien creó el programa por primera vez bajo un nuevo
acuerdo con la NFL.
Uno de los momentos destacados fue cuando la hija de López, Emme,
acompañó a su madre en un verso de “Let’s Get Loud” en el que la niña de
11 años cantó el coro de “Born in the U.S.A” de Bruce Springsteen. Su
madre extendió entonces sus brazos y mostró una capa de color rojo,
blanco y azul que representaba la bandera de Puerto Rico.
Este fue un recordatorio ante la audiencia en televisión, que llegó a los 100 millones de personas, de que esta era una parte diferente de Estados Unidos haciendo una poderosa declaración de inclusión.
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