El papa Francisco pone fin al “secreto pontificio” en casos de abuso sexual por parte del clero
CIUDAD DEL VATICANO
— El papa Francisco abolió el martes el “secreto pontificio” empleado
en los casos de abusos sexuales por parte del clero, tras crecientes
críticas sobre que esa categoría de confidencialidad se empleó para
proteger a pedófilos, silenciar a las víctimas e impedir que las
instituciones de justicia investigaran los crímenes.
Los líderes
eclesiásticos deben proteger la información en casos de abusos para
garantizar su “seguridad, integridad y confidencialidad”, señaló el
pontífice en un nuevo documento. Sin embargo, el “secreto pontificio” ya
no se aplica a las acusaciones, juicios y decisiones tomadas dentro del
derecho canónico de la Iglesia católica en casos de abusos.
Además,
Francisco amplió de 14 a 18 años el límite de edad en el que el
Vaticano considera que las imágenes pornográficas constituyen
pornografía infantil.
Las nuevas normas se
aprobaron el martes, en el 83er cumpleaños de francisco, que intenta
responder a la explosión global de los escándalos de abusos, a sus
propios errores en la gestión del tema y a reclamaciones de víctimas,
instituciones de justicia y católicos de a pie, que piden más
transparencia y que se exijan responsabilidades a los agresores.
Las nuevas normas
son una nueva enmienda al derecho canónico, un código legal que detalla
la justicia eclesiástica para delitos contra la fe. En este caso, los
cambios afectan a los abusos sexuales a menores o personas vulnerables
cometidos por sacerdotes, obispos o cardenales. El peor castigo que
puede recibir un sacerdote dentro de este sistema es ser expulsado del
clero.
El papa Benedicto
XVI decretó en 2001 que estos casos debían gestionarse bajo “secreto
pontificio”, el grado más alto de confidencialidad en la Iglesia. El
Vaticano llevaba tiempo insistiendo en que era necesario para proteger
la privacidad de la víctima, la reputación del acusado y la integridad
del proceso canónico.
Sin embargo, ese
secretismo también sirvió para mantener el escándalo oculto, impedir que
las fuerzas de seguridad accedieran a documentos y silenciar a las
víctimas. Con frecuencia, muchas víctimas sintieron que el secreto
pontificio les impedía acudir a la policía para reportar a sus
agresores.
Aunque el Vaticano
lleva un tiempo insistiendo en que ese no es el caso, tampoco ha
ordenado nunca a obispos y superiores religiosos que reportaran a la
policía los delitos sexuales, y en el pasado ha instado a los obispos a
no hacerlo.
Las nuevas
instrucciones, firmadas por el secretario de Estado del Vaticano pero
autorizadas por el papa, tampoco ordenan reportar los crímenes a la
policía, señalando que los superiores religiosos están obligados a
hacerlo donde las leyes civiles lo requieran.
Sin embargo, van más
allá de lo que ha ido nunca el Vaticano al señalar “La confidencialidad
de oficio no debe impedir el cumplimiento de las obligaciones
establecidas en todos los lugares por las leyes civiles, incluida
cualquier obligación de denuncia, y la ejecución de órdenes ejecutables
de las autoridades judiciales civiles”.
El Vaticano se ha
visto bajo una creciente presión para reformar sus procedimientos
internos y cooperar más con las autoridades. En os últimos años, su
resistencia en ese sentido ha derivado en redadas policiales sin
precedentes en sedes diocesanas de lugares tan distantes como Bélgica,
Texas y Chile.


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