Contra adversarios extranjeros
NACIONAL
El sátrapa nacido en San Cristóbal, el 24 de
octubre de 1891, no solo combatía constantemente a sus adversarios
internos. Tampoco descuidaba el espionaje ni los ataques contra
importantes antagonistas extranjeros como los presidentes Ramón Grau San
Martín y Carlos Prío Socarrás, de Cuba; Juan José Arévalo y Jacobo
Árbenz, de Guatemala; los venezolanos Rómulo Gallegos y Rómulo
Betancourt y el costarricense José Figueres.
Acosta Matos indica que a su vesania difamadora no escaparon tampoco dictadores como Fulgencio Batista, de Cuba, y Francois Duvalier, de Haití. Tampoco políticos norteamericanos, como Benjamin Sumner Welles, ni republicanos españoles como Jesús de Galídez o José Almoina.
Precisamente la alevosa y larga mano de Trujillo acabó con la vida de los españoles Jesús de Galíndez y Almoina.
Galíndez Suárez, intelectual y entonces catedrático de la Universidad de Columbia, fue secuestrado por agentes de la dictadura en Nueva York, y traído a República Dominicana, donde fue asesinado en 1956. El motivo: el antiguo colaborador de Trujillo se había convertido en su adversario y escribía una tesis doctoral sobre el régimen dictatorial.
Posteriormente, el déspota acabo con la existencia de Almoina, en 1960. El gallego, que había sido secretario particular de Trujillo, se ganó su inquina a causa de la difusión de críticas sobre él y su régimen.
Almoina, quien fue profesor de la Universidad de Santo Domingo, escribió un informe confidencial, dirigido a los gobiernos de la cuenca del Caribe, en el que lanzó duras críticas a Trujillo, atribuyéndole serios planes intervencionistas en los asuntos internos de otros países. En el voluminoso texto, analizó, entre otras muchas cosas, las condiciones personales de Trujillo y le atribuyó ser un enfermo mental. Incluso le imputó ser un degenerado, que incurría en la práctica homosexual.
El historiador español Xurxo Martínez Crespo, autor del libro “Exilio. Dominicana. México”, expresó: “Almoina escribe y paga de su propio bolsillo ‘Una satrapía en el Caribe. Historia puntual de mala vida del déspota Rafael Leónidas Trujillo’, el alegato más arriesgado de los que se escribieron contra la dictadura de Trujillo. Para ocultarse, firma como Gregorio Bustamante y llega a incluir una descripción de sí mismo: "El miserable e indigno gallego".
Según Martínez Crespo, en esas palabras “hay algo más que una jugada de despiste, que el miedo a la guerra sucia del régimen dominicano: una confesión de arrepentimiento. El terror a los servicios secretos de Trujillo provocó que el lugués se guardase las espaldas publicando, simultáneamente y bajo su nombre auténtico, ‘Yo fui secretario de Trujillo’, versión complaciente de su paso como asesor del déspota”.
Almoina cayó ante el impacto de las balas en Ciudad de México a manos de cubanos escapados de la revolución en su isla y refugiados en Santo Domingo. La sed de venganza de Trujillo también estuvo detrás de este crimen.
DIARIO LIBRE
Acosta Matos indica que a su vesania difamadora no escaparon tampoco dictadores como Fulgencio Batista, de Cuba, y Francois Duvalier, de Haití. Tampoco políticos norteamericanos, como Benjamin Sumner Welles, ni republicanos españoles como Jesús de Galídez o José Almoina.
Precisamente la alevosa y larga mano de Trujillo acabó con la vida de los españoles Jesús de Galíndez y Almoina.
Galíndez Suárez, intelectual y entonces catedrático de la Universidad de Columbia, fue secuestrado por agentes de la dictadura en Nueva York, y traído a República Dominicana, donde fue asesinado en 1956. El motivo: el antiguo colaborador de Trujillo se había convertido en su adversario y escribía una tesis doctoral sobre el régimen dictatorial.
Posteriormente, el déspota acabo con la existencia de Almoina, en 1960. El gallego, que había sido secretario particular de Trujillo, se ganó su inquina a causa de la difusión de críticas sobre él y su régimen.
Almoina, quien fue profesor de la Universidad de Santo Domingo, escribió un informe confidencial, dirigido a los gobiernos de la cuenca del Caribe, en el que lanzó duras críticas a Trujillo, atribuyéndole serios planes intervencionistas en los asuntos internos de otros países. En el voluminoso texto, analizó, entre otras muchas cosas, las condiciones personales de Trujillo y le atribuyó ser un enfermo mental. Incluso le imputó ser un degenerado, que incurría en la práctica homosexual.
El historiador español Xurxo Martínez Crespo, autor del libro “Exilio. Dominicana. México”, expresó: “Almoina escribe y paga de su propio bolsillo ‘Una satrapía en el Caribe. Historia puntual de mala vida del déspota Rafael Leónidas Trujillo’, el alegato más arriesgado de los que se escribieron contra la dictadura de Trujillo. Para ocultarse, firma como Gregorio Bustamante y llega a incluir una descripción de sí mismo: "El miserable e indigno gallego".
Según Martínez Crespo, en esas palabras “hay algo más que una jugada de despiste, que el miedo a la guerra sucia del régimen dominicano: una confesión de arrepentimiento. El terror a los servicios secretos de Trujillo provocó que el lugués se guardase las espaldas publicando, simultáneamente y bajo su nombre auténtico, ‘Yo fui secretario de Trujillo’, versión complaciente de su paso como asesor del déspota”.
Almoina cayó ante el impacto de las balas en Ciudad de México a manos de cubanos escapados de la revolución en su isla y refugiados en Santo Domingo. La sed de venganza de Trujillo también estuvo detrás de este crimen.
DIARIO LIBRE


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