Miles de pobres de Nueva York malviven del reciclaje de latas
En las calles de Brooklyn, Laurentino Marín empuja su pesado carrito entre las coquetas casas típicas del barrio. Como cada mañana, y como miles de pobres en Nueva York, este anciano mexicano ha salido a buscar latas y botellas de plástico usadas para conseguir un puñado de dólares.
Frágil y encorvado, el hombre hace un alto ante cada escalinata de piedra, algunas decoradas para Halloween. Aparca su carrito, levanta las tapas de los contenedores y hunde sus manos protegidas por unos guantes para rebuscar en las bolsas de plástico llenas de desechos.
“Busco latitas para mantenerme”, dice en español este campesino de cara arrugada procedente de Oaxaca. “No tengo ayudas, no hay trabajo, hay que luchar”, dice a sus 80 años, antes de empujar su carro lleno de una masa multicolor de recipientes de refrescos y cerveza.
Laurentino no tiene patrón. Lleva su colecta a uno de los centros de reciclado de la ciudad, donde le pagan 5 céntimos la lata. En un día normal, puede ganar entre 30 y 40 dólares, que son bienvenidos para ayudar a pagar el alquiler de “1,800 dólares” donde vive con su hija que trabaja en una lavandería.
CREDITOS A DIARIO LIBRE

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