EEUU tiene problemas para definir pleno empleo
El año pasado fue duro para la Reserva Federal de Estados Unidos. El
banco central se vio obligado a deshacer alzas de tasas de interés que
había implementado el año previo, citando tensiones en la economía
nacional por las guerras comerciales y una desaceleración global. En el
camino, el banco central pareció sacrificar su autonomía al ceder a las
presiones del presidente Donald Trump, que quería bajas tasas y dinero
barato. Pero había una razón más para la marcha atrás de la Reserva
Federal, una que atañe a la esencia de su doble mandato de garantizar el
pleno empleo y la estabilidad de los precios… la institución había
subestimado la cantidad de estadounidenses desocupados, técnicamente no
contabilizados como desempleados pero dispuestos a trabajar.
Cuando la tasa de desempleo cayó por debajo del 4% en 2018, la Fed creyó que había logrado su objetivo de pleno empleo. Su próximo desafío era asegurar que ese mercado laboral ajustado (con poca disponibilidad de mano de obra) no desencadenara una espiral de precios y salarios. Así que planeó una ruta para elevar las tasas de interés para desalentar la contratación. Sin embargo, la inflación no aumentó, ni siquiera cuando el desempleo continuó bajando.
Cuando la tasa de desempleo cayó por debajo del 4% en 2018, la Fed creyó que había logrado su objetivo de pleno empleo. Su próximo desafío era asegurar que ese mercado laboral ajustado (con poca disponibilidad de mano de obra) no desencadenara una espiral de precios y salarios. Así que planeó una ruta para elevar las tasas de interés para desalentar la contratación. Sin embargo, la inflación no aumentó, ni siquiera cuando el desempleo continuó bajando.
Hoy, los funcionarios de la Fed realizan un ejercicio de
introspección para descubrir en qué se equivocaron. En el centro de esas
discusiones está la noción misma de pleno empleo. El desempleo cero es
un objetivo casi imposible, ya que en un mercado laboral dinámico y
pujante, siempre habrá algunas personas que estén temporalmente
desempleadas entre cambios de trabajo. Por eso las autoridades se fijan
mejor en el punto óptimo en el que el desempleo es bajo pero no lo
suficientemente bajo como para detonar la inflación. Con todo, este
nivel óptimo solo se puede extrapolar de la experiencia pasada.
En una comparecencia ante el Congreso en 2018, tras llegar a la
presidencia de la Fed, Jerome Powell reconoció la falta de precisión:
“Si tuviera que hacer una estimación, diría que (ese nivel) está en
algún lugar cercano a 4, pero lo que eso realmente significa es que
podría ser 5 y podría ser 3.5”. El término “pleno empleo” tuvo
connotaciones políticas desde su origen en las profundidades de la Gran
Depresión. Era más que un mero número estimado bajo pretensiones
científicas por los tecnócratas de la Fed.
A fines de la década de 1930, el economista británico John Maynard
Keynes derribó la idea de que el libre mercado proporcionaría
suficientes empleos para todos los que quisieran trabajar. William
Beveridge, calificado a menudo como el padre del moderno estado de
bienestar de Reino Unido, elaboró en las ideas de Keynes en un libro de
1944 titulado ‘Pleno empleo en una sociedad libre’. Su premisa central
era que “el mercado laboral siempre debería ser un mercado de vendedor”,
explica David Stein, historiador de la Universidad de California.
En la concepción de Beveridge, la responsabilidad de garantizar ese
escenario recaía en el gobierno. Su argumento encontró audiencia entre
los votantes que temían que el final de la Segunda Guerra Mundial
trajera niveles de desempleo de la era de la Gran Depresión.


<< Página Principal