Los expertos creen que Puerto Rico no estaba adecuadamente preparada para terremotos
SAN JUAN. Hace más de dos años, el huracán María
mostró que Puerto Rico no estaba en absoluto preparada para un poderoso
huracán, pese a encontrarse en una de las regiones más vulnerables del
mundo a las tormentas.
Ahora, una serie de sismos que incluyó un terremoto de magnitud 6,4
que mató a una persona y dañó cientos de edificios ha hecho que muchos
vuelvan a acusar al gobierno de falta de preparación.
“Quedó demostrado que Puerto Rico no está preparado para un
movimiento sísmico”, dijo Nazario Lugo, presidente de la Asociación de
Gestores de Emergencias de la isla. “El gobierno tiene que ser
proactivo, y vimos que no fue de esa manera hasta que tenían el agua al
cuello”.
Lugo, exdirector de gestión de emergencias de Puerto Rico, dijo a The
Associated Press que el gobierno no activó su centro de mando de
emergencia hasta al día siguiente del sismo más grande, incumpliendo el
protocolo.
Esto provocó comparaciones con la gestión del huracán María en 2017,
que devastó la isla y mató a miles de personas. Los críticos señalaron
que para cuando llegó la tormenta, las autoridades locales y federales
contaban con suministros limitados en una isla con infraestructura mal
mantenida, lo que provocó demoras en la respuesta debido a una falta de
comunicación y organización.
Una serie de pequeños sismos empezó a golpear a Puerto Rico el 28 de
diciembre. El 6 de enero, día de los Reyes Magos, un importante feriado
en la isla, un temblor de magnitud 5,8 rompió una conocida formación
rocosa en la costa.

Eso no ocurrió hasta el terremoto de magnitud 6,4 que golpeó el
martes antes del amanecer. El sismo dejó sin electricidad a todo el
territorio, derribó casas y escuelas y agrietó puentes. Muchos
residentes en la costa sur se quedaron sin agua corriente y más de 4.000
personas buscaron cobijo en refugios del gobierno.
Aunque muchos puertorriqueños se sorprendieron, los científicos no.
Era el caso de Christa von Hillebrandt, exdirectora de la Red Sísmica de
la isla y gestora del programa de alerta de tsunami de la
Administración Atmosférica y Oceánica Nacional.
“Por décadas, científicos y personas como yo hemos estado informando y
alertando a la comunidad y al gobierno de Puerto Rico de la amenaza
física”, señaló. “Sobre los pasados 30 años definitivamente se elevó la
conciencia sísmica en Puerto Rico, pero faltó mucha acción (…) Uno veía
mejoras, pero algunas áreas críticas no recibieron suficiente atención”.
Apenas unos días después del desastre natural, el director de gestión
de emergencias, Carlos Acevedo, admitió a la prensa que el gobierno aún
no había completado un protocolo de actuación en caso de terremoto en
la isla.
Juan Alicea, presidente de la Sociedad puertorriqueña de Ingenieros
Profesionales, dijo a AP que no recibió un borrador del plan hasta el 5
de enero.
“Yo lo veo como una falta”, dijo. “Tenemos que todos asumir nuestras responsabilidades”.
Acevedo no respondió a mensajes pidiendo comentarios, y ha insistido
en que Puerto Rico está preparada en caso de que se produzca otro
temblor importante.
Von Hillebrandt se mostró de acuerdo en parte con esa afirmación,
señalando que para 2003, las autoridades locales habían identificado las
zonas de riesgo en caso de tsunami y en 2015 se completaron los mapas
de evacuación. En 2016 se certificó que todas las poblaciones costeras
estaban preparadas para un tsunami.
En octubre de 1918, un terremoto de magnitud 7,3 golpeó la costa
noroeste de Puerto Rico, desencadenando un tsunami y matando a 116
personas.
Pese a las reservas sobre los preparativos de Puerto Rico, las
autoridades federales han elogiado la respuesta del gobierno local.
Jeff Byard, de la Agencia Federal de Manejo de Emergencias de Estados
Unidos (FEMA, por sus siglas en inglés), dijo estar extremadamente
satisfecho con la operación tras los sismos.
“No puedo elogiar lo suficiente a la mancomunidad por la actitud
proactiva con la que han proporcionado los recursos iniciales, el apoyo
inicial”, dijo.
Desde el 28 de diciembre se han registrado más de 1.280 sismos en el
sur de Puerto Rico, más de dos docenas de ellos de magnitud 4,5 o más,
según el Servicio Geológico de Estados Unidos.

“Si no se hace algo, nos va a costar mucho dinero y muchas vidas”, dijo.
Otra preocupación es que unas 500 escuelas públicas de Puerto Rico se
construyeron antes de 1987 y no cumplen con los nuevos planes urbanos,
lo que pone en riesgo a los alumnos, señaló Alicea. El gobierno ha
invertido dinero para actualizar muchas otras escuelas, pero las que
quedan no están construidas para soportar terremotos.
El temblor del martes derribó varias escuelas y causó daños en una
veintena de centros, obligando a las autoridades educativas a demorar el
inicio de las clases en dos semanas y abrir solo las escuelas que pasen
una inspección. El gobierno ha dicho que está identificando las
escuelas más vulnerables y creando un plan para reforzarlas, un proceso
que podría llevar meses y costar entre uno y cinco millones de dólares
por centro.
Entre tanto, gente como Nancy Torres, de 58 años, prometieron no volver a su casa hasta que la tierra dejara de temblar.
Torres dormía con su marido en la parte delantera de un pequeño auto
compacto de cuatro puertas, mientras que su hijo de 21 años dormía en la
parte trasera. Su suegro construyó la casa en la que dormían cuando se
produjo el terremoto, y ella no se fiaba de la estructura.
“Yo ni me podía levantar de la cama” el día del terremoto más grande,
recordó. Si vuelve a la casa, señaló, es por periodos de tiempo muy
cortos. “Uno ni se puede bañar bien”.
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