Sacerdotes con hijos, otro problema para el Vaticano
Steven Lacchin se crió sin un padre, aunque sabía algunas cosas básicas
de su progenitor. Sabía que se llamaba Mario Lacchin y que los había
abandonado a él y a su madre. Ya más grande, supo que su padre era un
cura misionero italiano que en determinado momento tuvo que elegir entre
la iglesia y su hijo, y optó por la iglesia.Lo que no sabía es que a menos de 10 kilómetros otro hombre trataba de demostrar que Mario Lacchin era su padre también. Estos dos individuos se conocieron gracias a un artículo de AP publicado en diario importante de Kenia. Era obvio que se parecían, pero debían hacerse exámenes genéticos para estar seguros.
El Vaticano admitió este año que tenía un problema: Los curas que tuvieron hijos. Lo admitió en forma indirecta, al fijar pautas para lidiar con estos casos. “No sé cuántos hijos de sacerdotes hay en el mundo, pero sé que los hay en todo el planeta”, dijo Anne-Marie Jarzac, directora de la organización francesa Enfants du Silence (Hijos del Silencio), que hace poco comenzó a negociar con obispos franceses acceso a los archivos de la iglesia para que estos hijos de curas puedan conocer sus identidades.
Igual que las víctimas de abusos sexuales de los curas que tropezaron con la indiferencia de la iglesia católica, muchos de estos hijos de sacerdotes han sido rechazados varias veces: Abandonados por sus padres, privados de identidad e ignorados por la jerarquía eclesiástica cuando buscaron respuestas o ayuda.
Las circunstancias de Steven Lacchin no eran ningún secreto. Los miembros de la orden Consolata de Mario Lacchini lo sabían y lo presionaron para que eligiese entre la iglesia y su joven familia, según sus propias cartas. Su madre, Madeleine, conserva las cartas que se escribieron por una década y detalles puntuales de todos sus esfuerzos ante la iglesia por conseguir manutención para su hijo, nacido el 21 de junio de 1980.

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