Keiko Fujimori: Un año de prisión en el que lo perdió todo
Tenía en jaque al entonces presidente de la
República; tenía una bancada mayoritaria en el Congreso, con un hermano
congresista de mucha popularidad incluido; tenía todo, sobre todo su
libertad, y desde hace un año parece que Keiko Fujimori, la líder del
fujimorismo, ya no tiene nada.
Enfrascada en lograr ser la primera mujer presidenta del país, no
valoró el importante poder que ostentaba desde el Legislativo como líder
de un partido con abrumadora mayoría y se concentró más en sus puyas
contra el Ejecutivo hasta que la bomba del escándalo Odebrecht explotó
en 2017 y le alcanzó con una anotación "aumentar keiko para 500 e eu
fazer visita".
Hasta entonces, acusaciones sobre la financiación de sus estudios
universitarios como hija del encarcelado expresidente Alberto Fujimori
(1990-2000), o los presuntos aportes irregulares a su campaña electoral
de 2011, habían tenido apenas impacto.
La dos veces candidata presidencial salía a desmentir sin que nada le sacara un gesto de incomodidad.
"Lo digo por enésima vez: ni Fuerza Popular ni yo hemos recibido
dinero de Odebrecht", escribió Keiko Fujimori en su momento de mayor
gloria en 2017, protegida desde la ventana de una red social, sin dar
declaraciones a medios.
Lo que Odebrecht se llevó
No obstante, el Ministerio Público formalizó en agosto de ese año una
investigación contra Fujimori y sumó cada vez más pruebas, como la
miríada de supuestos donantes a la causa presidencial fujimorista en
2011 que negaron haber pagado un sol.
Sin donantes, pero con millonarias cifras en papel que acompañaban
los dichos de Odebrecht sobre el pago a Fujimori, el fiscal José Domingo
Pérez pidió el 10 de octubre de 2018 su detención preliminar.
La acusación: haber formado una organización criminal en el seno del
partido Fuerza Popular para blanquear dinero recibido irregularmente de
Odebrecht.
La detención fue anulada en una semana, pero al poco Pérez solicitó
una prisión preventiva que fue aceptada el juez Richard Concepción,
quien consideró que sí existen sospechas graves sobre la participación
de Fujimori en ese delito.
La defensa de Fujimori ha insistido en su inocencia y clama para que
recupere su libertad, pero de momento solo han obtenido una reducción de
la prisión preventiva de 36 a 18 meses, con lo que podría salir en
libertad el 30 de abril de 2020, si es que el Ministerio Público no
presenta una acusación formal en su contra antes.
Una realidad muy distinta
Cuando culmine el periodo de prisión preventiva, si es que Keiko
Fujimori recupera su libertad, se encontrará con un panorama muy
distinto al que dejó.
En primer lugar, no podrá revertir el daño político que le causó su
prisión preventiva mediante acciones legislativas populares, debido a
que el 30 de septiembre pasado el presidente Martín Vizcarra disolvió el
Congreso de manera constitucional.
La poderosa arma que constituían los 73 diputados que obtuvo en las
elecciones de 2016 quedó destruida por rencillas internas y sobre todo
por una actitud que obedecía más los intereses personales que los
generales del país.
El intento del Congreso fujimorista por desbarrancar las
investigaciones contra su líder pasó por encima de una opinión pública
cada vez más hastiada con corruptores y corruptos y que finalmente se lo
hizo saber apoyando masivamente la disolución de la cámara.
La imponente figura de Alan García, el líder del partido Aprista peruano y quien fuera su aliado en el Congreso, tampoco está.
García se quitó la vida en abril pasado cuando iba a ser detenido por
el caso Odebrecht, un disparo que también dañó a la defensa de
Fujimori, ya que fue interpretado, salvo por los seguidores más fieles,
como una confesión de parte.
Pero lo más grave igual será verse en el espejo de las simpatías
populares, en el que si ya se reflejaba debilitada en agosto de 2018 con
un 14 % de aprobación, ahora, según una encuesta de Datum, Fujimori
solo alcanza un 5 % de intención de voto para las elecciones
presidenciales de 2021.
¿El síndrome de Caín?
Otro de los problemas al que tendría que enfrentar la mayor de los
Fujimori si llegase a salir de prisión, es la mala relación con su
hermano Kenji Fujimori, cada vez más insalvable, y que en los últimos
días llevó a que el encarcelado Alberto Fujimori envíe una carta pública
para pedir su unión.
Kenji fue expulsado del partido y de su cargo de diputado tras una
maniobra orquestada por Keiko y sus seguidores en el Congreso.
Ese paso se cobró también la presidencia de Pedro Pablo Kuczynski y
determinó que Alberto Fujimori regresara a la prisión de donde había
salido poco antes con un irregular indulto que no soportó la destitución
del presidente que lo otorgó.
"Esta desunión que afecta más aún mi estado de salud, no puede
continuar por lo que les pido a todos los que me aprecian para que me
apoyen en el gran reto de unir a mis hijos", escribió Fujimori desde
prisión, donde viene cumpliendo una condena de 25 años de cárcel por
graves delitos a los derechos humanos.
Keiko respondió a su padre de la misma manera y se mostró optimista
en recuperar la relación con su hermano, quien desde que fue separado
del fujimorismo, ha pasado a un retiro político voluntario.
"Estoy segura que no es la primera, ni será la última vez que algunos
intenten separarnos, pero hoy más que nunca estoy convencida que estar
unidos es lo más importante", escribió la política.
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