Annie y Shantalle, madre e hija unidas por el boliche
DEPORTE
El boliche unió aún más las vidas de Annie Henríquez y su hija Shantalle Hungría, quien al ver a su madre amar este deporte comenzó a alimentar esa pasión que hoy ejerce de manera profesional. Ambas jugadoras pertenecen a la Selección Nacional de Boliche y han visto acción en diferentes torneos.
Henríquez es una veterana de mil batallas que ha demostrado que su amor al deporte de derribar los pines traspasa la barrera de los años.
El amor por el boliche de Henríquez empezó hace 22 años y lo define como un deporte muy especial. Comenzó “tirando bolas” y personas de su alrededor vieron su potencial y, desde ese momento, ella ha dedicado su vida a esta disciplina deportiva.
Su camino hacia el profesionalismo fue un proceso que disfrutó al máximo. Duró dos años para llegar a formar parte de la Selección Nacional.
Su madre la inspira
Hungría
dice que su musa para jugar boliche es su madre y su padre, que también
juega. Desde pequeña sus padres la llevaban a jugar pero su interés
nació cuando creció. “Jugar con mi mamá es algo muy bueno y puede ser
algo malo también, porque a veces cuando estamos en la selección es una
mezcla grandes de emociones”.
Dice que han tenido que trabajar mucho para que en las canchas puedan dejar atrás el papel de madre e hija y asumir los roles de compañeras de equipo.
“Tenemos mucha química y casi siempre que jugamos juntas lo hacemos bien, el ánimo siempre está”, expresa.
“Siempre la he admirado como jugadora, desde que comencé a jugar he querido hacerlo como ella, porque es mejor es difícil”, dijo de manera emocionada Hungría.
Una anécdota que cuenta la joven jugadora es que en una ocasión, en una eliminatoria para un torneo donde no le estaba yendo muy bien, Henríquez le llamó la atención para que pudiera reaccionar y después de ese día le fue bien y pudo entrar al equipo.
“Estoy orgullosa de mi niña porque ella ha demostrado más pasión que yo, a pesar de las dificultades que a veces se tienen en el camino ella no se deja y siempre saca de abajo y no se quita”.
Afirman que gracias al boliche ahora son mejores amigas.
Henríquez dice: “Tenemos escasez de mujeres en el boliche, no es tan difícil practicar pero requiere tiempo”.
Añade que las jóvenes que vienen subiendo tienen la universidad “y los adultos tenemos el trabajo. Hay que administrar el tiempo y para ser buenos hay que practicar”.
Dice que han tenido que trabajar mucho para que en las canchas puedan dejar atrás el papel de madre e hija y asumir los roles de compañeras de equipo.
“Tenemos mucha química y casi siempre que jugamos juntas lo hacemos bien, el ánimo siempre está”, expresa.
“Siempre la he admirado como jugadora, desde que comencé a jugar he querido hacerlo como ella, porque es mejor es difícil”, dijo de manera emocionada Hungría.
Una anécdota que cuenta la joven jugadora es que en una ocasión, en una eliminatoria para un torneo donde no le estaba yendo muy bien, Henríquez le llamó la atención para que pudiera reaccionar y después de ese día le fue bien y pudo entrar al equipo.
“Estoy orgullosa de mi niña porque ella ha demostrado más pasión que yo, a pesar de las dificultades que a veces se tienen en el camino ella no se deja y siempre saca de abajo y no se quita”.
Afirman que gracias al boliche ahora son mejores amigas.
Henríquez dice: “Tenemos escasez de mujeres en el boliche, no es tan difícil practicar pero requiere tiempo”.
Añade que las jóvenes que vienen subiendo tienen la universidad “y los adultos tenemos el trabajo. Hay que administrar el tiempo y para ser buenos hay que practicar”.
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