Qué pasa cuando los hijos decepcionan a sus padres
La vida no tiene una fórmula. La crianza de los hijos tampoco. Sin embargo, podemos enumerar algunas guías o pasos para la crianza como los que he trabajado como parte de mi labor en la psicoeducación con padres y madres de adolescentes.
Esta labor de psicoeducación tiene como principal objetivo mejorar la calidad de la relación de padres y madres con hijos e hijas que atraviesan por una etapa muchas veces convulsa como la adolescencia.
Trabajando con este tema, y tomando información tanto de las experiencias expresadas por padres y madres en charlas, como de padres de adolescentes que me abordan porque están “desesperados”, a continuación les planteo algunos errores que cometemos los padres durante el proceso de crianza:
Muchos padres no se enfocan en fortalecer el carácter o lo hacen de manera equivocada
Como padres y madres debemos educar en el amor, pero con firmeza, y permitiendo que nuestros hijos se equivoquen y que al equivocarse, se frustren, se enfurezcan y en cierta medida hasta sufran las consecuencia de esas equivocaciones, ya que en la medida que logren salir por ellos mismos de sus problemas, saldrán más fortalecidos. La vida está llena de adversidades, por lo que nuestra misión no es hacer que nuestros hijos e hijas sean felices siempre, sino enseñarlos a que aprendan a enfrentarlas y desarrollen habilidades que les permitan luego seguir su camino de la manera más saludable posible.
Decir lo que está incorrecto y castigar por ello, pero actuar de manera totalmente contraria a lo que digo
Los hechos pesan más que las palabras. No funciona en la crianza que nos la pasemos como robots diciéndoles lo que está mal, y criticándolos por lo que hacen mal, si a la hora de actuar nosotros hacemos exactamente lo contrario a lo que predicamos. En algún momento el discurso se nos va a caer frente a ellos.
Cuando criamos al hijo que queremos y no al que tenemos
Este hijo o hija “mágico” es muy peligroso, ya que muchas veces desde el mismo embarazo comenzamos a forjarnos una idea o a pre-concebir lo que queremos, y normalmente queremos que nuestros hijos e hijas nos superen, sean más inteligentes, se parezcan a nosotros, etc. Queremos a veces modelar sus vidas pero siguiendo nuestro propio patrón, o sea, nuestro camino ya recorrido. Sin embargo, lo que pasa es que con la base y aprendizaje que van adquiriendo, a su vez van moldeando y siguiendo su propio modelo. Cuando esos modelos que ellos van forjando chocan con los modelos que teníamos preconcebidos para ellos se entra en conflicto.
La competencia por ser el mejor padre o la mejor madre
Cuando nos movemos bajo este postulado de querer ser el mejor criando, muchas veces lo hacemos realmente movidos por el miedo: el miedo a fracasar como padres. Y cuando criamos a la luz del miedo no dejamos espacio para criar en el amor.
Creer que nuestros hijos e hijas son perfectos
A los padres y madres les cuesta trabajo escuchar que sus hijos no son perfectos. En el momento que se les aborda por alguna situación que implique una crítica o un “problema”, se cierran y muchas veces se ponen a la defensiva. Como padres debemos abrir la mente y el corazón para, de ser necesario, poder buscarle la mejor solución y salida al problema planteado, que normalmente viene de alguien que por lo menos afecto le tiene a nuestro hijo.
Vivir a través de nuestros hijos
Es importante reconocer cuándo los logros de nuestros hijos son realmente un orgullo de nosotros por ellos, y cuándo sus logros los estamos viviendo como nuestros logros, o sea, los vemos a ellos como una extensión de nosotros mismos, convirtiéndose para los padres esos logros en una segunda oportunidad para revivir lo propio o de lograr lo que no se pudo lograr en la juventud.
Hay que entender que en este momento se trata de ellos, no de nosotros. Estas son solo algunas de las situaciones que como padres y madres debemos evitar, ya que son en gran medida acciones responsables de que en un futuro nos sintamos decepcionados de nuestros hijos. Si analizamos estas situaciones y las interiorizamos correctamente, nos podemos dar cuenta de que la tal decepción la hemos provocado nosotros mismos. Si puede como padre identificar que ha cometido al menos uno de estos errores, pregúntese cómo podría hacerlo diferente y mejor.
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