martes, 9 de diciembre de 2014

¡Qué miedo tengo...!


 Conchita-Cabral de Arcalá y Mario Arcalá Cabral
Hace unos segundos que acabo de salir de tus manos poderosas, como  un hombre, criatura la más amada hecha a tu imagen y semejanza ¡ y con una gloriosa alma inmortal...¡
I de 2
Ha sido un largo y difícil viaje. Una tremenda lucha con mis demás hermanitos, que querían colocarse en el tibio y dulce seno de nuestra madre; la que tú nos diste para nutrirnos, cuidarnos y amarnos  hasta más allá del último día de nuestra vida mortal: ¡Mi madre, un ángel remedo de Dios,  aquí en la tierra! Estoy loco por ver su amado rostro, porque hasta ahora sólo oigo su linda vozÖ! , y yo no quería venir a la tierra y Jesús mi Padrecito me dijo que un ángel del cielo me esperaría aquí,  que no temiera nada, porque las madres son todas ángeles enviados por Dios para cuidar a sus hijitosÖ
He crecido ya bastante: tengo bracitos, piernitas y ojitos; porque las semanas ya han pasado. ¿Pero qué pasa que estoy oyendo cosas terribles?... El hombre que me engendró en mi madre, mediante el más cruel acto de violencia, es su propio padre; lo que quiere decir, que además de mi padre también es mi abuelitoÖ¡Las voces suben de tono! ¡Tengo mucho miedo, nunca había oído ruidos iguales!  ¡Defiéndeme tú, Padre-abuelito, o como te llames; déjame existir! Oigo que parece que no quieren que yo exista... Pero yo ya existo, yo también estoy aquí. Mi padrecito Dios me dijo que yo también era su hijo que Él me había engendrado, desde sus planes insondables, eternos y desconocidos, ¡desde antes de la plenitud de los tiemposÖ!
¡Pero sigo escuchando voces terribles! ¡Las voces suenan cada vez más enojadas...! ¡Es con furia violenta! ¡Pero... si es mi muerte lo que están pidiendo! No los entiendoÖ ¿Cómo están pidiendo y hablando de matarme y de quitarme la vida que Jesús me dio; ¿Pero qué es lo que dicen? ¡Yo no puedo defenderme, aún no tengo vozÖ! ¡Señores, deben recordar, hagan memoria! Una vez existió un Emperador terrible, guerrero feroz y conquistador de naciones, que se llamó Napoleón Bonaparte; y él, aún con toda su fiereza y el gran  miedo que le inspiraba a los pueblos, al momento de mandar a sus mejores juristas a escribir el Código Civil de su Patria, Francia, les ordenó que lo comenzaran así: ¡Infant Habetur!, locución latina que quiere decir: ¡Tenemos un niño!; queriendo significar con ello que desde la concepción somos personas; con todos los derechos inherentes a la personería jurídica: comenzando con EL DERECHO A LA VIDA;  porque en ningún código o legislación histórica de los hombres se ha consignado nunca jamás el ominoso y siniestro mandato del ¡DERECHO A MATARÖ!  Los hombres matan, asesinan, sí, a lo calladito, pero jamás cumpliendo canon legal escrito algunoÖEsta terrible y perversa moción del alma humana del ASESINATO es un código NO ESCRITO, intocable, con la hondura de los más negros designios; el cual ni las mismas bestias más feroces y salvajes de las selvas practican, sólo apelan ante su hambre y por el impulso poderoso de la supervivencia de su especie. ¡Pero jamás matan por matarÖ! Así, en estos códigos primigenios de Francia, transmitidos a innumeras naciones, se manda que yo soy un hombre concebido, puedo recibir y transmitir donaciones, puedo realizar legados de pagos y de recepción de dineros, de bienes muebles e inmuebles, transacciones hereditarias son legalmente mías: ¡Para todos los efectos, soy un hombre, soy personaÖ! Todos los seres vivos existen desde el mágico y preciso instante de su concepción: los animales, los minerales, las plantas: todos comienzan, existiendo como un organismo unicelular, que luego se multiplica en el inacabable carrusel de las  fantásticas  células y sistemas: ¡Lo sabemos por la ciencia, la hermana perfectísima de la razónÖ!
Luego soy persona desde el esplendoroso instante que las células reproductoras de mi padre y de  mi madre, se unieron en la grandiosa danza de la vida, sin importar por qué y dónde esta maravilla se cumplió una vez más: soy la más grandiosa de las “MAGNALIA DEI”, (la maravilla más portentosa de la obra de Dios): ¿verdad que esto es muy fácil de entender? Entonces ¿cómo es que ahora en los siglos de las luces y de los más soñados e inverosímiles avances, lo queremos negar, y no lo entendemos? Porque mucho antes de la constitución del mundo, ya Dios, su Eterno Creador, había pensado en los planes y en la existencia de cada uno de nosotros, seres distintos y únicos, amados por Él, profundamente, desde su inconmensurable eternidad, hasta el momento presente; nosotros somos sus hijos, cuya redención Jesús, el Hijo del Padre, coronó en la Cruz, para la salvación eterna de la humanidadÖ
Mandato Constitucional
¿Cómo, acaso no entienden, que en el libro de libros de una Nación (su Carta Magna, la que abarca toda la magnitud de su razón de existir como nación), se ha inscrito con letras de oro el mandato divino de : ¡NO MATARÁS!  Que esa Constitución o Carta Magna de un país son los principios escritos, son los mandatos “sombrillas”, que cubren la gama de todos los conceptos inherentes a esta sublime prohibición; y en los demás casos de madres violadas, madres en peligro de extinción y de muerte, madres abusadas muy jóvenes o en inminente peligro por una enfermedad terminal, que la coloca a ella o a su criatura a escoger por uno de las dos en la línea de la muerte; estos casos serán tratados por la CASUÍSTICA, en cada caso, por la conciencia y la responsabilidad ante Dios de una decisión iluminada por la luz de la fe y de la razón, por la caridad ante cada caso que se presente; en ese instante supremo, será una decisión basada pura y simplemente en la misericordia, en la compasión y en la viabilidad de la acción; y entonces, y sólo entonces, sabremos que hacer si somos obedientes y sumisos a los deseos y mandatos del CreadorÖ Lo que no podemos jamás es consignar como bueno y válido en nuestra “Ley de Leyes”: El que se puede matar a mansalva, ¡porque lo que se asesina no es ni siquiera persona! En el mundo del absurdo y de las sinrazones del pensamiento humano, esta sería la más cruel y malvada de las decisiones de los hombresÖ! Asesinarlos sería negar de la manera más irracional la existencia misma de Dios; esa existencia, la más racional de todas, a Quien con nuestra sola razón, alimentada por la fe más viva somos capaces de llegar a reconocer su Grandioso Existir. ¡Porque en el concierto perfectísimo de todo el UNIVERSO ESTÁ DIOS¡ Y es la ciencia misma que nos empuja paralelamente con la razón, tal y como lo intuyó el mundo pagano a través de sus grandes razonamientos, erigiendo en el Areópago  de Atenas su monumento grandioso “al Dios desconocido”: ¡DIOS ES EL CREADOR DE TODAS LAS COSAS! Y la demostración más portentosa de su existencia, es como se ha demostrado por la razón de la ciencia y el discernimiento, cual es el momento de la infusión del alma: No es la RELIGI”N que NOS LO DICE, ES LA CIENCIA que nos lo demuestra en sus análisis unívocos y perfectos y en sus demostraciones reales. SOY UN HOMBRE,  desde el primer momento que cual relámpago que estalló en luz y vida en el preciso instante que se unieron el óvulo de mi madre con el espermatozoide de mi padre.  No podemos consignar en nuestro Libro Magno, que podemos  impune y cruelmente ahogar en sangre a la nación desde Cabo Isabela hasta la Isla Saona. La Constitución de un pueblo comprende su cuerpo físico, su espíritu, su credo, su fe y su fortaleza. Ella toda no es un instrumento fragmentado; es igual que el alma y el cuerpo, es igual que el espíritu y la materia; de ahí que la llamamos “El Espíritu de las LeyesÖ”. Es un compendio del  Ethos o su alma nacional del país, de su alma inmortal, soberana y libérrima, la poseedora a ultranza del concepto que nos da el noble Derecho Internacional del “Rex Dominium” (El Dominio del Rey), vale decir, de su soberanía absoluta.
Compromiso legislativo
Así es de simple, nobles legisladores, las leyes de los hombres desde tiempos inmemoriales caen dentro de estas dos esferas: la primera, las leyes que nos damos en nuestras Constituciones y declaran sabiamente nuestros principios e intenciones: tal como “EL NO MATARÁS”, espectro legal que cubre la defensa de la vida desde el mismo momento de la concepción, impidiendo además que cuerpecitos de concebidos sean destrozados y sus restos tirados en la basura en busca de arrancarles de sus entrañas los tesoros “de sus células madres”, fundamentándose en las más científicas de las razones; leyes que además protegen a los más viejos de nosotros, para librarnos de la eutanasia para protegernos; y más aún, prohibiendo la pena de muerte para que no sea aplicada ni aún, al más abyecto de los hombres, y defendiendo así nuestras vidas, hasta el borde mismo de nuestras tumbasÖ
Es por esa razón, que mientras menos largos y explicativos sean los mandatos de nuestras Constituciones, mayor solemnidad y gran respeto han de inspirar; y porque serán más comprensibles para todo el mundo;  porque todo lo demás cae en los razonamientos de la 2da. Esfera del Espíritu de las leyes: es el espectro casuístico, racional y sensible, que ha de  aplicarse en cada caso trágico y difícil, según las circunstancias;  el cual ha de dilucidarse a la luz de la sabiduría infinita, que Dios imprime en el alma de cada hombre que viene a este mundo; luces que han de fulgurar resplandecientes para impedirnos cometer los más atroces y sangrientos crímenes; las muertes a pedazos y a dentelladas de los sinvoces, los de sinauxilio, de los que no pidieron ser nunca traídos al mundo... ¡Los de los hechos a la vida por la voluntad omnímoda del Rey y Dueño de la Historia, de los tiempos y de los hombres...
Cortesia de: Listin Diario

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